lunes, 25 de diciembre de 2017

CAPITULO 24





Pedro se movió, y despacio abrió los ojos. El sol hacía tiempo que se había puesto, y la habitación estaba a oscuras, iluminada levemente por la luz de la luna.


Inhaló profundamente, respirando el aroma del cabello de Paula, de su piel, de lo que quedaba de su fervor carnal, y sintió cómo su cuerpo se excitaba de nuevo.


«Todavía no», se dijo, pero su cuerpo no respondió. Paula había invadido sus sentidos como un afrodisíaco, alimentando el deseo que había tratado de doblegar sin éxito desde el momento en que saboreó su cuerpo por primera vez.


Junto a él, Paula dormía profundamente, relajada por primera vez desde que había llegado a aquel lugar. 


Necesitaba descansar más. Pedro se separó de su
cuerpo y se levantó de la cama. Cubrió a Paula con las mantas, y se dirigió de puntillas a la habitación aneja. 


Cerrando la puerta tras él, encendió las luces antes de
ir hacia la ducha y abrir el grifo de agua fría. No podía dejarse llevar por sus instintos otra vez esa noche.


Se metió en la ducha, siseando entre dientes al sentir el agua fría sobre su piel.


Necesitaba confinar a Paula a aquella parte de su cerebro en la que la razón controlaba las sensaciones y la lógica dominaba la atracción. Apagó el agua. Tenía que volver a trabajar. Pero todavía ansiaba a Paula como un adicto ansia su dosis.




No hay comentarios:

Publicar un comentario